¿Qué es el DOLOR?

 Comúnmente existe una creencia errónea a cerca del significado del dolor. La definición más acertada en la actualidad sería la siguiente: “Experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a un daño tisular real o potencial”. La redefinió la IASP (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor) en 2020. 

Dicho en otras palabras, el dolor es un mecanismo de defensa de nuestro organismo que nos alerta de un posible peligro. Por lo tanto, el dolor es una señal de alarma de nuestro cuerpo para evitar que nos dañemos y asegurar nuestra supervivencia.

El dolor es desagradable para que adoptemos ciertos comportamientos, con el fin de que este remita, defensores del organismo. Por ejemplo, cuando nos quemamos la mano con una vela, rápidamente la retiramos porque duele, y este dolor es el que evita que nos sigamos dañando, o incluso que nos lleguemos a dañar.

Dolor no es igual a daño y daño no es igual a dolor

Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que no siempre que haya dolor implica que haya un daño. Puede producirse dolor real sin existir un daño objetivo que lo cause. Por ejemplo, puede darse un dolor lumbar crónico y que no se vea ninguna hernia ni ningún daño tisular aparente, pero ese dolor es completamente real, y lo causa el cerebro. De la misma manera, la existencia de un daño no implica que haya dolor y la magnitud o gravedad de esa lesión no se corresponde con el nivel de dolor que percibirá el sujetado lesionado.

El cerebro es el que interpreta todas las señales dolorosas que llegan de la periferia (nocicepción) y la combinación de estos estímulos junto con muchos otros factores psicológicos, sociales y cognitivos son los que generan o no el dolor. El cerebro es el único que decide si vas a sentir o no dolor y la magnitud de este.

La experiencia de dolor es subjetiva

La experiencia de dolor es siempre totalmente subjetiva y, como se ha mencionado, no sólo se debe a factores físicos o biológicos si no también cognitivos (expectativas, creencias, experiencias previas, etc), psicológicos (ansiedad, miedo, etc) y sociales (nivel económico, puesto de trabajo, etc). El mismo estímulo doloroso puede ser muy diferente de una persona a otra de acuerdo con estos factores y al contexto en el que se produzca ese dolor. A través de sus experiencias de vida, las personas aprenden el concepto de dolor.

Dolor crónico/persistente

Sin embargo, este sistema de alarma a veces puede fallar y provocar un dolor desproporcionado al daño que se está produciendo en el organismo. Esto es lo que ocurre en las personas con dolor crónico o persistente. En estados mentales de estrés o hipervigilancia, el cerebro ha aprendido a generar, inconscientemente, una señal dolorosa para anticiparse y protegernos de un «potencial daño». El miedo al dolor nos incapacita y hace que tengamos cada vez más dolor, cayendo en un círculo vicioso.

Para sanar el dolor persistente es necesario romper este círculo y reprogramar el dolor. Esto es posible porque nuestro cerebro y sistema nervioso tienen mucha plasticidad o capacidad para cambiar y adaptarse. La exposición gradual al movimiento, la educación en tu dolor, el cambio de hábitos, etc son herramientas muy importantes como parte del tratamiento del dolor persistente, ya que tomar parte activa en este proceso es fundamental en estos pacientes.

Paula del Toro (Fisioterapeuta)

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