Sufrir una lesión, ya sea deportiva o en la vida cotidiana, siempre supone un parón físico y emocional. Sin embargo, la recuperación no depende únicamente de la lesión en sí, sino también de cómo afrontamos ese proceso. Adoptar estrategias erróneas puede ralentizar la recuperación, cronificar los síntomas e incluso aumentar el riesgo de recaídas.
En este artículo vamos a hablar sobre los 8 errores más frecuentes que se cometen tras una lesión, explicamos por qué son perjudiciales y qué alternativas se recomiendan según la evidencia científica actual.
1. Reposo absoluto
Durante años, ante cualquier lesión se prescribía reposo completo. Hoy sabemos que este enfoque suele ser contraproducente.
- El reposo absoluto provoca pérdida de masa muscular, disminución de fuerza y reducción de la movilidad articular.
- A nivel neurológico, la falta de estímulo motor reduce la capacidad de coordinación y retrasa la recuperación funcional.
- El desuso prolongado también afecta al sistema cardiovascular y a la resistencia física.
La evidencia actual muestra que un reposo relativo, donde se eviten únicamente aquellas actividades que agravan la lesión, es mucho más beneficioso. Está más que demostrado el afrontamiento activo de una lesión, promoviendo el movimiento seguro y adaptado desde fases tempranas, mejora el pronóstico y reduce el tiempo de recuperación.
2. Inmovilización innecesaria
La inmovilización es necesaria en ciertas lesiones (fracturas inestables, roturas graves de ligamento, cirugías recientes), pero en muchos otros casos se aplica de forma excesiva.
- Una inmovilización prolongada genera rigidez articular, pérdida de propiocepción y mayor riesgo de adherencias y rigideces musculares.
- Los tejidos necesitan estímulo mecánico para regenerarse. Por ejemplo, el cartílago y los tendones se nutren mediante el movimiento.
- Evitar completamente la carga o el movimiento, retrasa la cicatrización y alarga el tiempo de retorno a la actividad.
La fisioterapia actual recomienda movilización temprana y progresiva, siempre adaptada al tipo y grado de lesión, para estimular la reparación de los tejidos y mantener la función.

3. Buscar soluciones demasiado rápidas
El deseo de volver a la normalidad lo antes posible lleva a muchas personas a buscar “atajos”: tratamientos milagro, terapias pasivas sin evidencia o intervenciones innecesarias.
- Ningún tratamiento acelera los procesos biológicos de cicatrización más allá de lo que permite la fisiología humana.
- Las terapias que prometen resultados inmediatos suelen generar frustración y dependencia.
- Además, confiar en soluciones rápidas puede distraer al paciente de lo realmente efectivo: ejercicio progresivo, educación y hábitos saludables.
La clave está en entender que la recuperación es un proceso gradual. La adherencia a un programa bien planificado, supervisado por profesionales, siempre será más eficaz que las soluciones exprés.
4. Evitar el dolor a toda costa
Otro error común es pensar que toda molestia significa empeoramiento. Muchas personas evitan cualquier ejercicio o movimiento que produzca la mínima sensación de dolor.
- Sin embargo, la ciencia nos dice que cierto grado de dolor controlado puede ser parte normal del proceso de recuperación.
- El dolor no siempre indica daño; en fases de rehabilitación puede ser simplemente señal de que el sistema nervioso está sensibilizado.
- Evitar totalmente el dolor genera miedo al movimiento (kinesiofobia), lo que se asocia con peor recuperación y más riesgo de cronificación.
El objetivo no es eliminar el dolor al 100% antes de moverse, sino aprender a diferenciar entre un dolor tolerable y un dolor de alarma.
5. No seguir entrenando el resto del cuerpo
Cuando se lesiona una pierna, un brazo o una articulación, muchos pacientes dejan de entrenar por completo. Este es un error importante.
- El entrenamiento cruzado consiste en trabajar el miembro contralateral o el resto del cuerpo mientras la zona lesionada se recupera.
- Se ha demostrado que entrenar la extremidad sana produce beneficios en la lesionada, ya que el sistema nervioso central también activa, en menor medida, las áreas cerebrales y vías nerviosas que controlan el lado contrario gracias a la plasticidad neuronal. Por eso, cuando entrenas un brazo o una pierna, el otro puede ganar entre un 5 y un 25 % de fuerza, incluso sin haber sido trabajado directamente.
- Además, mantener la actividad física protege la condición cardiovascular, la fuerza global y el estado de ánimo, factores esenciales para una recuperación integral.
Un programa de rehabilitación eficaz debe incluir siempre trabajo del resto del cuerpo, adaptado a las limitaciones de la lesión.

6. Volver de golpe al 100%
Después de un periodo de recuperación, muchas personas quieren retomar su actividad habitual al mismo nivel de antes de la lesión. Este retorno brusco, sin respetar la adaptación progresiva del cuerpo, es uno de los mayores factores de recaída.
- Los tejidos lesionados necesitan una progresión gradual de carga para readaptarse.
- Volver al 100% de intensidad sin fases intermedias aumenta el riesgo de microlesiones, dolor persistente o nuevas lesiones.
- La progresión debe planificarse teniendo en cuenta fuerza, movilidad, resistencia y control motor.
Los programas de readaptación deportiva enfatizan precisamente esta idea: la carga debe aumentar poco a poco, evaluando continuamente la respuesta del cuerpo.
7. Sólo centrarse en la lesión
Otro error es focalizarse exclusivamente en la zona dañada, olvidando que la recuperación depende también de factores generales de salud.
- Sueño: es durante el descanso nocturno cuando se producen los principales procesos de reparación tisular y regulación hormonal. Dormir mal ralentiza la cicatrización y aumenta el dolor.
- Estrés: niveles elevados de cortisol interfieren en la recuperación y aumentan la sensibilización al dolor.
- Nutrición: una dieta insuficiente en proteínas, vitaminas o minerales compromete la regeneración de músculos, huesos y tendones.
Por ello, un enfoque integral que contemple estos factores acelera la recuperación y mejora la calidad de vida del paciente.

8. Descuidar la adherencia y el seguimiento profesional
Finalmente, uno de los errores más frecuentes es abandonar el tratamiento antes de tiempo o no seguir las indicaciones del fisioterapeuta.
- La constancia es clave: los beneficios del ejercicio terapéutico se acumulan con el tiempo.
- Saltarse fases o improvisar por cuenta propia aumenta el riesgo de recaída.
- El acompañamiento profesional permite ajustar la rehabilitación según la evolución real, evitando tanto la sobrecarga como la inactividad excesiva.
En este sentido, la educación del paciente es fundamental: comprender el porqué de cada ejercicio o recomendación aumenta la motivación y mejora la adherencia.
En conclusión, la recuperación tras una lesión no depende únicamente de lo que haga el fisioterapeuta en consulta, sino sobre todo de las decisiones que toma el paciente en su día a día. Evitar el reposo absoluto, moverse de forma segura, no caer en falsas promesas, aceptar cierto dolor controlado, entrenar el resto del cuerpo, progresar gradualmente, cuidar factores generales de salud y mantener la adherencia al tratamiento son los pilares de una rehabilitación eficaz.
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Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)