5 razones por las que afrontar tu lesión de manera activa

Cuando sufrimos una lesión o pasamos por algún proceso patológico, la forma en la que enfrentamos esta situación puede marcar una gran diferencia en el tiempo de recuperación y en la calidad de vida durante ese proceso. A grandes rasgos, existen dos tipos de enfoques: el afrontamiento activo y el afrontamiento pasivo. Entender estas diferencias y el por qué enfoque activo es en todos los casos el más óptimo es clave para que puedas tomar decisiones informadas y contribuir a tu propia rehabilitación. Por ello, en este artículo de blog vamos a hablar de qué es un afrontamiento activo ante el dolor o ante una lesión y por qué razones es importante.

Afrontamiento activo

¿Qué es el afrontamiento activo y por qué es importante?

El afrontamiento activo se refiere a un conjunto de estrategias que una persona utiliza para tomar un papel proactivo en la recuperación, ya sea de una lesión, una patología o una dolencia, con el objetivo de resolverla, minimizar sus efectos negativos o adaptarse. Esto implica que el paciente asume que tiene la responsabilidad en su proceso patológico, y el fisioterapeuta (o también el médico) es su guía, pero no le cura, si no que le supervisa y le ayuda o tomar las riendas de su recuperación.

Generalmente implica realizar ejercicios de rehabilitación prescritos por un fisioterapeuta y seguir las indicaciones que este le dé para su día a día, participando activamente en el proceso de tratamiento y fomentando siempre el movimiento, dentro de los límites que marque la lesión o el dolor.

Además de hacer ejercicio, también implica:

  • Identificar el problema
  • Buscar soluciones en lugar de evitar el problema o resignarse a él
  • Focalizarse en lo controlable
  • Tomar medidas proactivas
  • Gestionar las emociones asociadas
  • Desarrollar habilidades para el manejo de la situación

Por el contrario, el afrontamiento pasivo se basa en un enfoque más dependiente, donde el paciente espera que los profesionales de la salud y los tratamientos externos, como las medicaciones o las técnicas fisioterápicas, hagan todo el trabajo. Dentro de este afrontamiento pasivo, el paciente suele optar por evitar el movimiento, temiendo el dolor o posibles daños, lo que puede prolongar la recuperación y acabar cronificando el dolor

Sí es importante tener en cuenta que ciertos tratamientos pasivos (como el uso de la electroterapia, los masajes o el reposo relativo en determinadas lesiones agudas) tienen también su lugar en muchos casos, especialmente en las primeras sesiones. La medicación que prescriba el médico traumatólogo y/o rehabilitador junto con otras terapias como ondas de choque o infiltraciones también pueden ser muy útiles.

Lo importante es no depender exclusivamente de esas terapias pasivas sin involucrarse en el proceso, ya que puede generar un estancamiento en la recuperación. Estos tratamientos pueden ayudar a corto plazo para reducir el dolor, proteger una lesión aguda o disminuir una posible inflamación, pero su uso exclusivo es insuficiente e incluso dañino a largo plazo.

Aunque ciertos tratamientos pasivos (como el uso de la electroterapia, los masajes o el reposo relativo) tienen su lugar, depender únicamente de ellos sin involucrarse en el proceso puede generar un estancamiento en la recuperación, ya que este tipo de terapias o tratamientos pueden ayudar a corto plazo para reducir el dolor, proteger una lesión aguda o disminuir una posible inflamación, pero su uso exclusivo es insuficiente e incluso dañino a largo plazo.

Habiendo establecido las diferencias entre ambos enfoques, vamos a hablar de las cinco principales razones por las que afrontar tu lesión de manera activa es mucho más beneficioso para ti.

1. Mejora la calidad y la velocidad de la recuperación

Uno de los mayores beneficios de un enfoque activo es que acelera el proceso de curación. A través del ejercicio terapéutico, tanto de ejercicio aeróbico como de fuerza, movilidad, flexibilidad, control motor o propiocepción, se estimula la zona afectada mejorando el flujo sanguíneo hacia el área lesionada, lo que promueve la regeneración de los tejidos.

Además, el movimiento adecuado estimula la producción de colágeno y otros elementos esenciales en la recuperación de ligamentos, tendones y músculos dañados.

Un afrontamiento pasivo, por el contrario, tiende a ralentizar el proceso. La inmovilización prolongada puede llevar a la rigidez articular, la atrofia muscular y la pérdida de flexibilidad. En muchos casos, esto puede hacer que el paciente termine enfrentándose a una recuperación mucho más larga y difícil de lo que sería con un enfoque activo.

El cuerpo está diseñado para moverse, y cuando evitamos el movimiento durante una lesión, en realidad estamos obstaculizando su capacidad natural de sanar. A través de la actividad controlada, el sistema musculoesquelético recibe estímulos esenciales para su óptima regeneración.

Además, el ejercicio contribuye a liberar endorfinas y otras sustancias analgésicas naturales (nuestros fármacos internos) que mejoran el estado de ánimo y reducen directamente la intensidad de dolor, lo que reduce tanto el malestar físico como el emocional.

2. Previene la cronicidad del dolor

Uno de los riesgos más grandes de un afrontamiento pasivo es la posibilidad de que un dolor asociado a una lesión aguda puede acabar convirtiéndose en crónico. En estos casos, el dolor persistente ya no está tan relacionado con los tejidos si no con el sistema nervioso, que está sensibilizado y hace que el umbral del dolor baje, aumentando la posibilidad de sufrir dolor de manera más intensa y frecuente.

En muchas ocasiones, el miedo al dolor y la evitación del movimiento conducen a la inmovilización. Esta falta de movimiento puede llevar a una hipersensibilización del sistema nervioso, que interpreta incluso estímulos menores como dolorosos, prolongando la sensación de malestar incluso cuando la lesión ya ha sanado.

Gracias a una buena información de lo que te pasa, basada en la última evidencia y evitando mensajes negativos por parte de los profesionales como «tienes la espalda fatal´´ o «no vas a poder volver a correr´´ o «no me extraña que te duela, lo que tienes es grave´´, entre otras cosas, se evita caer en el ciclo de miedo-evitación. Este consiste en un afrontamiento de la lesión basado en el miedo al dolor o a la propia lesión, lo que lleva, como se ha mencionado antes, a una evitación del movimiento y de ciertas actividades de la vida diaria, lo que conduce a más dolor. Es como la pescadilla que se muerde la cola.

En cambio, el afrontamiento activo del dolor permite reconocer el dolor sin dejar que controle nuestras acciones, tratando de mantener las actividades de la vida diaria y el movimiento, realizando ciertas adaptaciones. A través de la educación en dolor, los fisioterapeutas enseñan a los pacientes que el dolor no siempre es indicativo de daño y que, de hecho, es importante seguir moviéndose (de manera segura) para evitar que el cuerpo desarrolle respuestas defensivas exacerbadas.

Por lo tanto, moverse de manera consciente y controlada, con las orientaciones adecuadas, ayuda a disminuir la percepción del dolor y a prevenir que este se convierta en crónico.

Dolor cronico

3. Fortalece la musculatura y previene futuras lesiones

El fortalecimiento muscular es uno de los pilares fundamentales de cualquier rehabilitación activa. Cuando nos lesionamos, es común que ciertas áreas del cuerpo pierdan fuerza debido al desuso. En un enfoque pasivo, esta pérdida de fuerza puede agravarse, lo que incrementa el riesgo de sufrir nuevas lesiones, incluso una vez que la lesión original haya sanado.

Por el contrario, una estrategia activa incluye ejercicios de fortalecimiento que están específicamente diseñados para evitar el deterioro muscular. Estos ejercicios no solo ayudan a recuperar la fuerza perdida, sino que también preparan al cuerpo para resistir mejor el estrés físico en el futuro.

Un cuerpo fuerte y bien equilibrado es mucho menos propenso a lesionarse. Esto es especialmente importante para aquellos que practican deportes o tienen trabajos físicamente exigentes. Un programa activo de rehabilitación no solo repara la lesión actual, sino que también sirve como una medida preventiva contra lesiones futuras.

4. Mejora la confianza y la autoeficacia y reduce el miedo al movimiento

El miedo al movimiento o «kinesiofobia» es un fenómeno común entre las personas que han sufrido una lesión. Como se ha comentado en el punto dos, muchas veces, los pacientes desarrollan una aprensión hacia el movimiento porque temen empeorar su condición o desencadenar el dolor. Este miedo puede ser debilitante, y en el peor de los casos, puede llevar a una «conducta de evitación«, donde la persona limita drásticamente su actividad física, incluso cuando ya es seguro moverse.

El afrontamiento activo combate este miedo directamente ya que, a medida que empiezas a moverse bajo la supervisión de un fisioterapeuta, comienzas a comprender mejor tus límites, y a notar que el movimiento controlado no es perjudicial, sino beneficioso. Con el tiempo, esta práctica va restaurando tu confianza en tu cuerpo y tus capacidades físicas.

Afrontar la lesión de manera activa también cambia la mentalidad en cuanto a que, en lugar de sentirte indefenso o víctima de la lesión, gracias a la ayuda del fisioterapeuta adoptas una postura empoderada, donde tienes control sobre tu recuperación. Este cambio mental puede ser tan importante como el físico, ya que contribuye a una mejor calidad de vida y un bienestar general.

5. Promueve un estado mental positivo y reduce el catastrofismo ante el dolor

El catastrofismo es una tendencia psicológica que lleva a las personas a interpretar el dolor de manera exageradamente negativa, imaginando de manera frecuente el peor escenario posible. Esto es particularmente común en personas que sufren alguna lesión, ya que pueden llegar a desarrollar pensamientos intrusivos del tipo “nunca me recuperaré” o “mi vida no volverá a ser la misma”.

Este tipo de pensamientos agravan la percepción del dolor y es que, aunque una lesión se dé de la misma manera en dos personas, a cada una le afectará psicológica y socialmente de una manera diferente, por lo que el dolor puede ser muy diferente en ambas.

Como se ha mencionado antes, el catastrofismo también es uno de los factores que pueden llevar a una persona a entrar en el bucle del miedo-evitación, por lo que el afrontamiento activo es fundamental para evitarlo y/o combatirlo.

Al participar activamente en su recuperación, los pacientes comienzan a experimentar de manera directa cómo el movimiento y los ejercicios adecuados no solo son seguros, sino que también mejoran progresivamente su condición física, y comienzan a ver el dolor como parte normal del proceso en lugar de tenerle miedo.

Por último, el afrontamiento activo, al requerir que el paciente se concentre en el presente y en las tareas que puede controlar (como realizar los ejercicios), reduce la rumia mental que alimenta el catastrofismo. En lugar de enfocarse en lo que podría salir mal o en posibles complicaciones futuras, el paciente aprende a concentrarse en lo que está haciendo para mejorar.

Como conclusión, afrontar una lesión de manera activa es una decisión que puede marcar una diferencia significativa en el proceso de recuperación. Desde una curación más rápida hasta la prevención de futuras lesiones y la mejora del estado mental, las ventajas de tomar las riendas de la propia rehabilitación son claras. Aunque el afrontamiento pasivo tiene su lugar en ciertos momentos del proceso, es fundamental que los pacientes se conviertan en participantes activos en su recuperación para asegurar los mejores resultados a largo plazo y prevenir la pandemia del dolor crónico.

BIBLIOGRAFÍA:

Vlaeyen JWS, Linton SJ. Fear-avoidance and its consequences in chronic musculoskeletal pain: a state of the art. Pain. 2000 Apr;85(3):317-332)

Kami K, Tajima F, Senba E. Brain Mechanisms of Exercise-Induced Hypoalgesia: To Find a Way Out from «Fear-Avoidance Belief». Int J Mol Sci. 2022 Mar 7;23(5):2886

Rogers AH, Farris SG. A meta-analysis of the associations of elements of the fear- avoidance model of chronic pain with negative affect, depression, anxiety, pain-related disability and pain intensity. Eur J Pain. 2022 Sep;26(8):1611-1635.

Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)

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