Fisioterapia en la prevención de lesiones y dolores causados por el trabajo

La fisioterapia no solo se enfoca en el tratamiento de lesiones y dolencias musculoesqueléticas, sino que juega un papel crucial en la prevención de estos problemas. Adoptar medidas preventivas permite evitar molestias innecesarias, mejorar la calidad de vida y optimizar el rendimiento funcional en distintas etapas de la vida. La prevención es una estrategia clave que ayuda a minimizar el impacto de los factores de riesgo y fomenta un estado de bienestar generalizado.

Dentro de la fisioterapia, la educación en salud y el ejercicio adaptado son dos pilares fundamentales para la prevención de patologías musculoesqueléticas. Educar a la población sobre el autocuidado, los hábitos saludables y la gestión adecuada del dolor permite reducir significativamente el número de lesiones y dolencias crónicas. Además, la práctica de ejercicio con carga progresiva y controlada favorece la adaptación del cuerpo a las demandas diarias, fortaleciendo músculos y articulaciones para resistir mejor el estrés mecánico.

A lo largo de este artículo, exploraremos cómo la fisioterapia contribuye a la prevención en el ámbito laboral, además de fomentar un envejecimiento saludable. También analizaremos la importancia de la educación en dolor y cómo entender sus mecanismos puede marcar la diferencia en la recuperación y prevención de futuras lesiones.

¿Cómo ayuda la fisioterapia en la prevención de lesiones y dolores en el ámbito laboral?

El entorno laboral es un espacio donde muchas personas desarrollan actividades que pueden generar lesiones y/o dolencias, ya sea por posturas mantenidas, movimientos repetitivos o esfuerzos excesivos. Estas condiciones pueden dar lugar a una serie de problemas musculoesqueléticos como lumbalgias, cervicalgias, tendinopatías por esfuerzos repetido, neuralgias, etc. La fisioterapia preventiva en el ámbito laboral se centra en diversas estrategias para mitigar estos riesgos.

1. Evitar posturas mantenidas y fomentar el movimiento

Uno de los problemas más comunes en el ámbito laboral es la permanencia en posturas estáticas durante largos períodos de tiempo, tanto el trabajo sedentario en oficina como las labores que requieren estar de pie por muchas horas. La fisioterapia promueve la importancia de realizar cambios posturales frecuentes y adoptar hábitos que favorezcan el movimiento dentro de la jornada laboral.

Algunas recomendaciones clave incluyen:

  • Levantarse de la silla cada 30-45 minutos idealmente para movilizar la columna vertebral y activar la circulación sanguínea.
  • Realizar estiramientos y ejercicios de movilidad que reduzcan la tensión acumulada en cuello, hombros y zona lumbar.
  • Evitar la permanencia prolongada en una misma posición distribuyendo las tareas de manera que incluyan tanto momentos de actividad como de descanso.
  • Usar apoyos adecuados en caso de trabajar de pie, alternando el peso entre ambas piernas y cambiando la postura regularmente.

2. Programar descansos en trabajos con esfuerzo físico

En los trabajos que requieren esfuerzo físico, como el manejo de maquinaria pesada, es fundamental programar descansos adecuados para prevenir lesiones musculoesqueléticas y mejorar el rendimiento laboral. El esfuerzo continuo sin pausas puede llevar a fatiga muscular, disminución de la concentración y aumento del riesgo de accidentes laborales.

El descanso activo, que incluye estiramientos y movimientos de baja intensidad, ayuda a reducir la tensión muscular y a mejorar la circulación sanguínea. Además, las pausas permiten una mejor oxigenación del cerebro, lo que mejora la atención y la toma de decisiones. Implementar un plan de pausas estructuradas dentro de la jornada laboral es una estrategia eficaz para reducir el impacto del esfuerzo físico y mejorar la productividad.

Los empleadores deben fomentar una cultura de prevención en la que los trabajadores comprendan la importancia de los descansos programados. Esto no solo mejora el bienestar del trabajador, sino que también disminuye la incidencia de bajas laborales y mejora la eficiencia en el trabajo.

3. Hábitos de vida saludables para minimizar el desgaste físico del trabajo

Mantener buenos hábitos de vida siempre esencial para rendir de forma óptima en el trabajo y minimizar el riesgo de lesiones, patologías o dolores relacionadas con el mismo. Algunos hábitos muy importantes para ello, entre otros, son:

  • Dormir lo suficiente: Un descanso nocturno adecuado favorece la recuperación muscular y reduce la fatiga durante la jornada laboral.
  • Alimentación balanceada: Consumir una dieta rica en proteínas, hidratos de carbono complejos y grasas saludables proporciona la energía necesaria para enfrentar el día sin sobrecargar el organismo.
  • Ejercicio físico regular: Mantenerse activo fuera del trabajo además de seguir un plan de entrenamiento, sobre todo de fuerza, ayuda a fortalecer los músculos, mejorar la resistencia cardiovascular y prevenir lesiones.
  • Hidratación adecuada: Beber suficiente agua ayuda a mantener el equilibrio de los electrolitos y evita la fatiga.

4. Entender el dolor y aprender a gestionarlo

Desgraciadamente, a día de hoy, sigue sin haber una correcta información a cerca de qué es el dolor y por qué lo produce nuestro organismo. Se tiende a creer que siempre que nos duele algo es porque nos hemos lesionado esa zona o nos estamos haciendo daño, y no siempre es así.

Como ya hemos hablado en otros artículos del blog, dolor y daño no son lo mismo; puedes estar sufriendo un dolor que no implica que te estés lesionando, si no que es una alerta de tu sistema nervioso sobre algo, que puede ser el hecho de estar mucho tiempo sin moverte, o haberte movido demasiado, por ejemplo.

En el trabajo es normal tener ciertas dolencias, especialmente al final de la jornada, debido al mantenimiento de posturas mantenidas y forzadas, sobrecargas musculares si es un trabajo que implica levantar pesos o hacer movimiento de forma repetida durante muchas horas, etc. Ya sea por exceso o por defecto de movimiento, es totalmente normal y adaptativo sentir dolores durante o después de la jornada laboral, siempre y cuando sean dolores leves que desaparecen relativamente rápido. Si es algo mantenido en el tiempo podría ser un dolor persistente no adaptativo.

Es por eso que, comprender qué es el dolor, entender que dolor y daño no son lo mismo y saber cómo actuar ante una lesión o una dolencia puntual, es fundamental desde la fisioterapia para prevenir dolores persistentes. Y relacionado con lo anterior, también hay que distinguir entre un dolor adaptativo y desadaptativo. El primero es una respuesta normal y útil del organismo que cumple una función protectora y favorece la recuperación ante una lesión o ante una fatiga muscular debido a un trabajo que implica posturas mantenidas o esfuerzos repetidos mientras que el dolor desadaptativo, en cambio, es aquel que persiste más allá del tiempo de curación o protección, por lo que pierde esa función protectora, convirtiéndose en crónico y afectando la calidad de vida sin una causa evidente (como el dolor neuropático o el dolor lumbar crónico sin lesión activa).

5. Entender la importancia del ejercicio y el movimiento para un envejecimiento saludable

A medida que envejecemos, el cuerpo experimenta cambios naturales como la pérdida de masa muscular (sarcopenia), la disminución de la densidad ósea (osteoporosis) y la reducción de la elasticidad de los tejidos, entre otras cosas.

Todos estos cambios naturales pueden predisponer a caídas, fracturas y pérdida de funcionalidad en personas mayores, por lo que también es muy importante ser consciente, desde jóvenes, de la importancia de mantenerse activo y hacer ejercicio, especialmente entrenamiento de fuerza, con el fin de lograr un envejecimiento saludable en el futuro.

Además, una de las patologías propias de la edad que más disfunciones y dolores suele generar es la artrosis, que consiste en el deterioro progresivo del cartílago articular, algo completamente normal con el envejecimiento, del mismo modo que aparecen canas o arrugas. Sin embargo, es un error pensar que la artrosis siempre causa dolor o discapacidad. En realidad, muchas personas con artrosis avanzada no tienen síntomas, mientras que otras con cambios leves pueden sentir molestias.

Lo más importante para evitar el dolor y mantener la funcionalidad es adoptar buenos hábitos. El ejercicio de fuerza es clave, ya que fortalece los músculos que rodean las articulaciones, reduciendo la carga sobre ellas y mejorando la movilidad. Además, mantenerse activo ayuda a nutrir el cartílago y a reducir la rigidez.

Llevar un estilo de vida saludable, evitar el sedentarismo y practicar ejercicio adaptado a cada persona puede hacer que la artrosis no solo no duela, sino que apenas limite la calidad de vida. La clave no es “curarla”, sino aprender a convivir con ella de la mejor manera posible.

En conclusión,la prevención en fisioterapia es una herramienta clave para mejorar la calidad de vida y evitar lesiones innecesarias. A través de la educación en salud, el mantenimiento de hábitos saludables y el ejercicio adaptado, es posible minimizar el riesgo de patologías musculoesqueléticas. Además, comprender el dolor y su función permite tomar decisiones informadas y afrontar mejor cualquier episodio de lesión. Invertir en prevención desde la fisioterapia es el camino hacia una vida más saludable y activa.

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Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)

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