Los 8 grandes mitos relacionados con el dolor (segunda parte)

En la parte 1 de los mayores mitos relacionados con el dolor comenzamos a exponer cuatro de los grandes mitos que existen en torno a él. Explicamos qué es el dolor, que dolor y daño no son lo mismo, que hacer ejercicio con dolor no sólo no es peligroso si no que es beneficioso, que las pruebas de imagen no son siempre necesarias para detectar la causa de un dolor y, por último, que el dolor crónico no es para siempre.

Si aún no lo has leído, te recomendamos leer antes ese artículo para poder entender mejor este otro, donde hablamos de otros cuatro grandes mitos que iremos explicando poco a poco.

Mito 5: Tu dolor se debe a una contractura

Uno de los mitos más extendidos en fisioterapia es que el dolor muscular se debe a una “contractura”. Sin embargo, esta idea es errónea y simplifica en exceso la complejidad del dolor musculoesquelético.

Popularmente se cree que una contractura es un acortamiento de un músculo que está tenso, formando nudos en el mismo. Pero realmente una contractura es algo mucho menos común de lo que se cree.

Una contractura muscular, en términos estrictamente médicos, es una contracción involuntaria y sostenida de un músculo, que puede ocurrir por un fallo neuromuscular, como sucede en ciertas enfermedades neurológicas (como la enfermedad de Dupuytren) o después de un daño grave en el tejido (por ejemplo, tras una cirugía).

En la práctica clínica, muchas personas asocian cualquier molestia muscular a una “contractura”, pero esto no tiene respaldo en la evidencia científica. Y entonces, ¿qué son esos nudos que noto? Esos nudos o saltos que se notan al palpar una zona dolorida probablemente se deben a tu anatomía normal: bandas tendinosas, aponeurosis, relieves óseos, inserciones musculares, etc.

¿Y por qué me duele al presionar la zona? Ese dolor que tú sientes no está relacionado con ningún daño ni cambio de estructura en tu tejido muscular, sino que es producido por un aumento de la sensibilidad en tu sistema nervioso debido a que este percibe una amenaza, como por ejemplo que estés manteniendo una postura mucho tiempo, que hayas hecho un sobreentrenamiento, o que tengas mucho estrés en el trabajo. También puede ser un dolor referido de alguna articulación. Por ejemplo, el dolor facetario (de las facetas articulares de las vértebras cervicales) suele dar un dolor referido a los trapecios y la zona de las escápulas que muchas veces se confunde con ‘’contracturas’’.

Y esa zona de tensión muscular mejora con el masaje por qué se liberan unas sustancias analgésicas en nuestro cuerpo que hacen que el dolor disminuya, pero no deja de ser una hiperactividad de la musculatura como respuesta y protección ante posturas mantenidas, sobreesfuerzos, estrés, etc.

Por lo tanto, cuando sientas dolor muscular, no lo atribuyas automáticamente a una contractura. En lugar de buscar un masaje o una técnica de liberación muscular como única solución, es importante entender que el dolor es un fenómeno complejo que requiere un enfoque global, basado en el movimiento, la educación en dolor y la gestión del estrés. Si este dolor te dura un par de días tampoco le des demasiada importancia, pero si comienza a prolongarse en el tiempo habría que valorarlo, porque puede convertirse en un dolor crónico maladaptativo.

Mito 6: El dolor empeora con el frio y la lluvia

Muchas personas creen que el mal tiempo, especialmente el frío y la lluvia, afecta a sus síntomas de dolor. Esta creencia es tan común que incluso algunos profesionales de la salud la han aceptado como un hecho, pero ¿sabías que no existe consenso científico sobre la asociación entre el clima y el dolor músculoesquelético?

Los estudios que han investigado esta relación no han encontrado pruebas concluyentes de que el clima influya directamente en la intensidad del dolor. Entonces, ¿por qué tantas personas reportan más dolor en días fríos o lluviosos? La respuesta puede estar en la percepción y en otros factores indirectos.

Esto podría estar basado en que las personas recordamos episodios que confirman nuestros puntos de vista preexistentes. Tendemos a recordar cuando dos cosas ocurren juntas como el clima húmedo y el dolor en las articulaciones, pero recordamos menos cuando las cosas no ocurren a la vez. Es poco probable que ese día lluvioso en el que no te sentiste mejor ni peor sea notable como para recordarlo. Así es como podemos concluir que existe un vínculo donde, realmente, no existe ninguno.

Sí que es cierto que, aunque no esté directamente relacionado, se ha demostrado que es la humedad puede potenciar la expresión de diferentes sustancias inflamatorias, lo que puede llevar a un aumento de la sensibilidad al dolor. Además, los días grises y lluviosos pueden influir en el estado de ánimo, aumentando la percepción del malestar. La sensibilidad al dolor también puede verse afectada por el estrés y la ansiedad, que a menudo aumentan con el mal tiempo.

En conclusión, aunque muchas personas sienten que su dolor empeora con el clima, no hay evidencia sólida que demuestre que el frío o la lluvia sean la causa directa, el dolor es un fenómeno complejo influenciado por múltiples factores.

dolor y frio

Mito 7: Los masajes curan el dolor

El masaje es una de las terapias más populares para tratar el dolor, y muchas personas creen que tiene un efecto “curativo”, que elimina contracturas o “recoloca” los músculos en su sitio. Sin embargo, aunque el masaje puede ser útil en algunos casos, su efecto en el dolor es temporal y no cambia la estructura del cuerpo.

El masaje funciona, pero no es por lo que creemos, no quita ‘’contracturas’’ ni descarga músculos. La evidencia científica muestra que los masajes pueden ayudar a reducir la percepción del dolor a corto plazo gracias a varios mecanismos. En primer lugar, estimulan el sistema nervioso y generan un efecto de modulación del dolor, activando vías que reducen la sensibilidad al mismo. Además, aumentan el flujo sanguíneo local, lo que puede generar una sensación de alivio y relajación muscular. También pueden promover la liberación de endorfinas y opioides , neurotransmisores asociados con la sensación de bienestar y analgesia.

El problema es que muchas veces se vende el masaje como la solución para curar un dolor cuando en realidad solamente produce un alivio transitorio que dura máximo unos días, pero hay que tratar el problema de raíz y no poner constantemente parches.

Por ello el masaje puede ser muy útil para modificar los síntomas a corto plazo, como ocurre con un fármaco, pero no debe ser algo exclusivo del tratamiento, sobre todo de un dolor crónico, ya que no cura el dolor. Este debe ser tratado no solo con masaje o terapia manual, sino también con educación terapéutica (explicar causas del dolor, modificar conductas, cambiar hábitos, fomentar el automanejo) y ejercicio individualizado.

masajes curan

Mito 8: Cuando tienes dolor debes hacer reposo absoluto

Uno de los mitos más dañinos sobre el dolor es la idea de que, cuando aparece, lo mejor es hacer reposo absoluto hasta que desaparezca. Aunque esta creencia parece lógica, la evidencia científica demuestra que, en la mayoría de los casos, la inactividad prolongada puede ser más perjudicial que beneficiosa.

El reposo absoluto solo está indicado en situaciones muy específicas, como fracturas inestables, lesiones graves de tejidos blandos o postoperatorios recientes en los que el movimiento pueda comprometer la recuperación. Fuera de estos casos, el reposo prolongado puede generar más problemas que soluciones: debilita la musculatura, reduce la movilidad, empeora la circulación y puede aumentar la percepción del dolor debido a la falta de estímulos para el sistema nervioso.

Lo que realmente se recomienda en la mayoría de los casos es el reposo relativo. Esto significa adaptar el nivel de actividad según la tolerancia del cuerpo, evitando movimientos que generen dolor intenso, pero manteniéndose lo más activo posible dentro de los límites seguros. El movimiento controlado ayuda a mantener la función muscular y articular, mejora la circulación y contribuye a una mejor recuperación.

Ya no sólo en casos de dolor prolongado en el tiempo si no que, también, cuando ocurre una lesión aguda, la prioridad en los días posteriores a la misma es disminuir las pérdidas, optimizar y favorecer el proceso inflamatorio, y disminuir los niveles de dolor.

Por ello si no se puede mover la zona lesionada (como en el caso de una fractura), siempre se puede hacer otras cosas con el resto del cuerpo: entrenar la parte del cuerpo no lesionada, hacer entrenamiento de tipo cardio (por ejemplo, si tienes el hombro lesionado puedes hacer bici y si tienes la rodilla lesionada puedes hacer remo), movilizar las articulaciones cercanas a la zona de la lesión (por ejemplo, si te has lesionado el codo puedes mover la muñeca y el hombro), etc.

Por lo tanto, ante el dolor, la clave no es quedarse inmóvil, sino encontrar el equilibrio adecuado entre descanso y actividad. El reposo absoluto rara vez es la solución ya que en la gran mayoría de casos hay opciones. El ejercicio y el movimiento no se prohíbe, se adapta.

Habiendo mencionado y hablado detenidamente de cada uno de los ocho mitos más extendidos en relación con el dolor, esperamos que se hayan entendido y, aunque sea complicado cambiar creencias muy arraigadas, que empecemos a cambiar ciertas ideas antiguas. Como bien sabemos, en todos los ámbitos de la salud, incluida la nutrición, la medicina, la psicología, etc existen muchos mitos, pero, poco a poco y gracias a los avances de la evidencia científica vamos entendiendo mejor cómo funciona nuestro cuerpo y que porque algo se lleve diciendo durante muchos años no quiere decir que sea cierto del todo.

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Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)

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