Los 8 grandes mitos relacionados con el dolor (primera parte)

‘’El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a una lesión tisular real o potencial ‘’  IASP (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor), 2020.

Todos hemos experimentado dolor más de una vez, y este puede ser de muchos tipos e intensidades diferentes, pero, ¿qué es exactamente el dolor? ¿para qué sirve? ¿qué mitos existen en torno a él?

En este artículo vamos a explicar de forma breve qué es el dolor y, sobre todo, vamos a desmentir muchos mitos muy extendidos con respecto al dolor.

¿Qué es el dolor?

El dolor nos avisa y nos protege de un posible peligro por lo que sirve como una alarma de una casa cuando hay un incendio; la alarma suena porque hay un peligro, pero no te da información exacta de cuál es el peligro, sólo te avisa y te lleva actuar para protegerte del mismo. Es decir, el dolor tiene la función de alerta-protección.

Un ejemplo sería: cógete un dedo de la mano y empieza a doblarlo al máximo hacia el dorso de la mano lentamente. Notarás que es muy molesto y que, si sigues, empezará a doler. Esto ocurre porque tenemos receptores de estímulos nocivos o potencialmente peligrosos repartidos por todo el cuerpo que están recibiendo información constantemente, aunque no siempre seamos conscientes de ello.

Otro ejemplo: vas caminando por la calle y, de repente, te tuerces bruscamente el tobillo y te empieza a doler mucho. Te acabas de hacer un esguince. ¿Y cómo se produce el dolor? Tus receptores de peligro del tobillo (nociceptores) han detectado un daño en el ligamento del tobillo, han transmitido esa información a través del sistema nervioso a tu médula espinal (dentro de la columna vertebral) y de ahí, al cerebro. Este ha integrado la información y ha decidido generar una respuesta de dolor, que se percibe en el tobillo y que nos alerta del daño y nos lleva a proteger la zona y buscar atención profesional.

Como ves, el dolor no se crea en el tobillo o en la zona donde percibes el dolor, si no que se crea en el cerebro, pero gracias a la información recibida a través de todo el sistema nervioso.

Este proceso no es tan simple, el dolor es una experiencia muy compleja que depende de múltiples factores. Pero, habiéndolo explicado de forma muy simple, vamos a hablar de algunos de los grandes mitos en torno al dolor y sus realidades.

Mito 1: El dolor siempre nos avisa de un daño o peligro

Antes hemos mencionado que el dolor sirve como una alarma que nos avisa de un posible peligro, pero, no siempre el peligro es real. Como sabemos, el dolor generalmente es bueno, ya que es como una alarma interna que nos alerta sobre el peligro en el cuerpo. Pero hay veces que la alarma suena, aunque no se haya producido ningún incendio, ¿el sistema de alarma se habrá estropeado entonces?

Al igual que otros sistemas del cuerpo, el sistema de dolor puede no funcionar adecuadamente produciendo demasiado dolor. Cuando esto ocurre, las cosas que deben doler poco duelen mucho. Y cosas que no deben doler en absoluto empiezan a doler, incluso de forma espontánea. Este dolor excesivo ocurre cuando los nervios del cuerpo se vuelven demasiado sensibles, activándose con demasiada facilidad. Esta hipersensibilidad sensorial es algo físico, observable y medible, y es totalmente real. Por lo tanto, no es algo que esté ‘’sólo en la cabeza’’.

¿Por qué el cuerpo hace esto a veces? Después de una lesión o enfermedad, el cuerpo hipersensibiliza los nervios de la zona para protegerla mientras se recupera, lo que hace que sea más fácil desencadenar el dolor.

Esta hipersensibilidad sensorial protectora debería mantenerse solo durante unas pocas semanas, mientras la lesión se va recuperando y después desaparece. Pero hay veces que el sistema de dolor no permite que esto ocurre y esa hipersensibilidad se puede quedar demasiado tiempo.

Incluso mientras que la sensibilidad aumentada se supone que ocurre solamente en el área lesionada, esta puede comenzar a propagarse a otras partes del cuerpo. La buena noticia es que esto es reversible, y los nervios hipersensibles pueden volverse menos sensibles.

Por lo tanto, no, el dolor no es un signo de daño en el tejido ni de peligro. Hay veces que puede doler algo mucho y que no haya lesión, o que ésta sea mínima. E incluso al revés, puede haber un daño importante y que no duela absolutamente nada, como ocurre en algunos casos de cáncer, lo cual es muy peligroso para la supervivencia. En definitiva, el dolor es todo lo que el cerebro evalúe como algo amenazante para nuestro cuerpo.

Mito 2: Hacer ejercicio con dolor es peligroso

El ejercicio suele ser la herramienta principal para tratar una lesión o también para un dolor crónico donde ya no exista lesión.

Existe la creencia de que hacer ejercicio con dolor puede ser peligroso ya que ‘’nos puede dañar más’’ y puede empeorar el problema, puesto que, al hacer ejercicio, muchas veces, duele más.

Cuando tenemos una lesión (dolor agudo) o cuando nuestro sistema nervioso está hipersensible (dolor persistente) la capacidad de nuestros tejidos para soportar carga disminuye y algo que antes no dolía ahora sí lo hace, y es normal que el ejercicio pueda producir un poco de dolor.

Esto no implica que el ejercicio no sea seguro, es totalmente recomendable hacer ejercicio con un dolor tolerable, ya que va a ayudarnos a reducir la amenaza, mejorar la capacidad de nuestros tejidos, activar un sistema interno que hace que se reduzca el dolor (sistema inhibitorio descendente del dolor), etc.

El ejercicio va a permitir que podamos seguir haciendo cosas en nuestra vida a pesar de tener dolor o sin que este nos lo impida y, de forma secundaria, el dolor acabará mejorando e incluso desapareciendo.

Mito 3: Las pruebas de imagen son necesarias para detectar la causa del dolor

Muchas veces, cuando tenemos por ejemplo un dolor de espalda, creemos que necesitamos una resonancia magnética para conocer la causa del dolor. El problema está en que una prueba de imagen, en muchos casos, no nos va a revelar la causa del dolor, ya que el dolor no es algo puramente físico que se tenga que justificar por un daño en el tejido, como comentábamos antes.

Pueden salir hallazgos en las imágenes y ser completamente asintomático e incluso al revés, puedes tener mucho dolor y que en la prueba de imagen no salga nada relevante.

Además, los hallazgos pueden afectar negativamente a la percepción de dolor de los pacientes, con menor confianza en el tratamiento, temor a que el ejercicio empeore la afección, dependencia excesiva a los tratamientos pasivos, etc.

Algunos ejemplos de nocebos o mensajes negativos con respecto a las pruebas de imagen son:

  • ‘’Tienes la espalda de una persona de 70 años’’
  • ‘’Tienes una hernia, normal que te duela’’
  • ‘’Tienes mucho desgaste/degeneración’’
  • ‘’Tienes rectificación cervical, por eso te duele’’

Por ejemplo, en este estudio se hizo una prueba de imagen a más de 3.110 sujetos asintomáticos, y se vio que desde los 20 años, ya el 37% tenían degeneración discal, y el porcentaje va aumentando con la edad.

Por lo tanto, una prueba de imagen nos aporta información, pero no debemos basarnos únicamente en ello ya que existen múltiples factores que pueden explicar el dolor de una persona, y no únicamente lo que se vea en una imagen. Puede haber una mejoría increíble de los síntomas y que la imagen no cambie. Es por ello por lo que sólo se recomienda hacerlas en caso de sospecha de patología grave, para descartar, o si falla el tratamiento conservador, pero no siempre.

Mito 4: El dolor crónico o persistente es para siempre

¿Sabías que nuestro cerebro es plástico? La neuroplasticidad o plasticidad cerebral es la propiedad del sistema nervioso, a través de la cual el cerebro es capaz de cambiar su estructura y funcionamiento, a partir de la interacción con el entorno. Esto demuestra que el cerebro de las personas adultas continúa desarrollándose, creando nuevas conexiones neuronales a lo largo de toda la vida.

Gracias a esta neuroplasticidad, el cerebro se recupera de posibles daños o cambios sufridos, lo que nos permite poder modificar hábitos, cambiar conocimientos previos y aprender cosas nuevas. Esto significa poder desechar recuerdos, creencias, aprendizajes y memorias que sostienen la persistencia del dolor.

Esto explica que la persistencia de un dolor se debe a cambios funcionales y estructurales que suceden en el sistema nervioso y, gracias a la neuroplasticidad, estos cambios pueden revertirse por lo que, aunque es algo complejo y requiere mucho tiempo, el dolor crónico no es para siempre si se realiza el tratamiento adecuado.

Existen innumerables casos de personas que han vivido años con dolor crónico y, tras un tratamiento basado en educación y ejercicio, han logrado recuperarse completamente.

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Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)

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