Las meniscopatías o rotura de menisco son lesiones bastante frecuentes tanto en la población deportista como en personas que no hacen ningún deporte, siendo la patología intraarticular más frecuente en la rodilla. ¿Sabías que más del 60% de las lesiones de rodilla son de menisco? En este artículo hablaremos sobre cuáles son las lesiones más habituales en los meniscos, por qué se producen, sus síntomas, cómo se diagnostican, cuando se operan y cuál sería el proceso de rehabilitación desde la fisioterapia.
¿Qué es el menisco de la rodilla y cuáles son las lesiones más comunes?
Los meniscos son estructuras fibrocartilaginosas diseñadas para mejorar la función articular. Tenemos un menisco interno y otro externo. Ambos funcionan como una especie de almohadilla elástica con forma de C que se encuentra entre el fémur y la tibia (los huesos de la rodilla). Tienen varias funciones importantes:
- Amortiguación: Actúan como un amortiguador, absorbiendo los impactos y la presión que se ejerce sobre la rodilla al caminar, correr o saltar.
- Estabilidad: Ayudan a mantener la estabilidad de la rodilla, distribuyendo el peso y transmitiendo las cargas de manera uniforme.
- Lubricación: Facilitan el movimiento suave de la rodilla al reducir la fricción entre los huesos y aumentan la congruencia articular.
El menisco puede dar dolor sin necesidad de que se haya roto, pero la lesión más común del menisco es el desgarro. Estos desgarros pueden ser de diferentes tipos y tamaños, y su ubicación también varía, siendo algunas de las formas más comunes:
- Desgarro longitudinal: Es el más frecuente y se produce a lo largo de las fibras del menisco.
- Desgarro radial: Se produce en forma de radio, desde el borde hacia el centro del menisco.
- Desgarro en asa de cubo: Es un tipo de desgarro complejo que involucra varios fragmentos del menisco.
¿Cómo se producen habitualmente las lesiones de menisco?
Las lesiones de menisco no se suelen producir por una única causa, si no por múltiples factores. Algunos de los factores que predisponen a una persona a sufrir una lesión de menisco son:
- Factores genéticos y biomecánicos de la rodilla: pie plano, inversión o eversión de tobillo, limitada dorsi-flexión de tobillo, valgo o varo de rodilla.
- Obesidad: aumentan las cargas en los meniscos
- Laxitud ligamentosa: más valgo o varo de rodilla y por lo tanto más carga en los meniscos.
- Mala técnica de ejecución en deportistas: en el aterrizaje, si un jugador de baloncesto cae siempre en valgo, por ejemplo, ese menisco va a sufrir más.
- Condiciones ambientales: zapato inadecuado, terreno irregular, etc.
El mecanismo lesional suele ser un gesto de rotación con ligera flexión de rodilla (15-20º), cuando se sobrepasa la capacidad de movimiento y carga de la articulación. Muchas veces va acompañado de una lesión del ligamento cruzado anterior, y es más habitual que se lesione el menisco interno y en el cuerno posterior del mismo. Habitualmente suceden por un mecanismo indirecto sobre la rodilla, siendo las causas más frecuentes:
- Giros bruscos: Al girar la rodilla mientras estás apoyado sobre ella, especialmente si el pie está fijo.
- Cambios de dirección rápidos: Al cambiar de dirección de manera repentina durante actividades deportivas.
- Caídas: Al caer sobre la rodilla con el pie torcido.
- Levantamiento de objetos pesados: Al levantar objetos pesados con una torsión de la rodilla.
- Desgaste por el uso: Con el paso de los años, el menisco puede desgastarse y ser más susceptible a las lesiones.
Síntomas y diagnóstico de una lesión de menisco
Los síntomas de una lesión de menisco pueden variar según la gravedad del desgarro, pero algunos de los más comunes incluyen:
- Dolor en la rodilla en la zona de la interlínea articular, especialmente al doblarla o rotarla.
- Impotencia funcional y debilidad, pudiendo aparecer bloqueos al mover tanto en flexión como en extensión.
- Imposibilidad de extensión completa. La persona suele mantener la rodilla en posición antiálgica de flexión de unos 20º.
- Puede haber hinchazón de la rodilla debido a la inflamación.
- Sensación de crujido o chasquido al mover la rodilla.
- Si hay afectación de menisco externo hay muchas más probabilidades de que aparezca derrame.
Es importante consultar a un médico si sospechas que tienes una lesión de menisco, ya sea porque se ha producido el mecanismo lesional de dicha lesión y/o porque tienes los síntomas mencionados.
El diagnóstico se realiza mediante la historia clínica y una exploración física, pudiendo confirmar la sospecha con pruebas de imagen, como una resonancia magnética.
Los tests ortopédicos del menisco son muy inespecíficos, por lo que al valorarse tienen en cuenta sobre todo los signos mecánicos mencionados y pruebas de imagen para ver dónde está la lesión y valorar la gravedad de la misma.
Me he lesionado, ¿debería operarme?
El médico traumatólogo debe valorar el tipo de lesión y, si no es muy grave, siempre se opta antes por un tratamiento conservador como primera opción, ya que el menisco tiene posibilidad de regeneración, especialmente cuando no hay bloqueos, cuando haya leve molestia en el impacto y en flexión y extensión profundas y, por supuesto, en sujetos asintomáticos.
Si tanto el traumatólogo y como el paciente deciden no operar, se comenzaría con el tratamiento conservador, que se basará sobre todo en ejercicio terapéutico, realizando una sobrecarga progresiva con ejercicios de movilidad, de fuerza, pliométricos, etc para ir aumentando la tolerancia a la carga en función del dolor.
¿Qué tipos de operación hay?
- Sutura con artroscopia. Primera y mejor opción. Consiste en coser la zona que se ha roto con el objetivo de preservar tu menisco.
- Menisectomía. Es la extirpación de la parte del menisco lesionada, y puede ser total o parcial. Hace años era la opción más utilizada, pero ya no se hace casi nunca (sobre todo la total) para conservar el máximo porcentaje de menisco en la articulación y así evitar riesgo de artrosis en la misma.
- Transplante. Se hace en casos muy aislados, solo en algunos deportistas de alto rendimiento.
¿Cómo sería el proceso de rehabilitación de una lesión de menisco?
La rehabilitación con fisioterapeutas será imprescindible tras una lesión de menisco, haya que operar o no.
Si no te vas a operar, la rehabilitación tiene que comenzar lo más pronto posible tras la lesión. El fisioterapeuta individualizará al máximo el proceso, ya que será muy diferente en una persona sedentaria que en un deportista, que habrá que adaptar el ejercicio a su deporte y hacer una vuelta a la actividad deportiva.
Los objetivos principales de la rehabilitación serán reducir el dolor y el miedo, mejorar la condición física y la funcionalidad, la creación de hábitos saludables, e ir progresando en los ejercicios según la tolerancia a la carga.
En el caso de que sí te vayas a operar, teniendo en cuenta que la operación más frecuente es la sutura, te ponemos un ejemplo de todo el proceso de rehabilitación para una lesión de menisco con cirugía de sutura de menisco:
Prehabilitación (antes de pasar por quirófano)
Se debe empezar antes de operarse para mejorar la condición física y la funcionalidad durante el periodo preoperatorio, para el manejo y la educación de variables psicológicas, y de educación en dolor, procesos, tiempos, etc, además de la creación de hábitos saludables que aumentan el éxito de la cirugía y los procesos postoperatorios.
Postoperatorio temprano
Mientras haya una férula o una inmovilización de la rodilla también se pueden ir haciendo algunas tareas que a la larga acortarán tiempos en la recuperación, ya que permiten reducir el estrés sobre el tejido lesionado además de la percepción del dolor.
Se trata de realizar tareas a nivel cerebral, para estimular las áreas cerebrales que después se activarán al realizar movimientos con la rodilla. Algunos ejemplos son: discriminación táctil, imaginería motora, terapia de espejo, observación de acciones, entrenamiento cruzado, etc.
Fase 1 de la rehabilitación
Esta fase se suele iniciar 1 o 2 semanas tras la cirugía, y consiste fundamentalmente en:
- Tratamiento de la cicatriz.
- Control del derrame postoperatorio.
- Movilizaciones pasivas sobre todo de rótula y aumento del rango de movimiento de la rodilla con ejercicios.
- Activación de cuádriceps e isquiotibiales, tanto con movilizaciones pasivas como activas con ayuda.
- Control del dolor: masaje, neuromodulación, indiva, ejercicios isométricos.
- Ejercicios activos de las articulaciones vecinas: cadera y tobillo.
- Marcha con muletas.
Fase 2 de la rehabilitación
Generalmente suele empezar aproximadamente tras 4-6 semanas desde la operación, aunque los criterios para cambiar de fase son que haya movilidad casi completa de la rodilla sin carga, extensión completa y que se pueda realizar marcha con una o sin muletas.
En esta fase los objetivos principales serán ganar movilidad completa bajo carga y que la persona sea capaz de realizar las actividades de la vida diaria, controlando el dolor y que no haya derrame postejercicio.
Se comenzará primero con ejercicios simétricos con ambas piernas, después de forma asimétrica y, por último, ejercicios a una sola pierna.
Fase 3 de la rehabilitación
Comienza alrededor de 6-12 semanas desde la operación, siendo importante antes de entrar en esta fase que no haya dolor 24 horas después de la sesión, que la persona puede hacer sentadilla con peso hasta 90º de flexión de rodilla, que haya recuperado la fuerza casi del todo y que ya aguante en equilibrio a la pata coja.
En esta etapa, los objetivos serán lograr una buena propiocepción y realizar trabajos pliométricos y en diferentes planos, incluyendo ejercicios de aceleración-desaceleración, carrera, salto, etc.
Fase 4 de la rehabilitación
Esta fase se da solo en deportistas, no en personas sedentarias, y suele iniciar tras 10-16 semanas desde operación, aproximadamente, aunque para comenzar se debe tener cero dolor y limitación en la rodilla y tener un buen patrón de carrera.
Los ejercicios irán adaptados al deporte de la persona, ya que no será lo mismo para un futbolista, que para un jugador de baloncesto, por ejemplo.
Los objetivos serán lograr la máxima velocidad en cargas altas con saltos y potencia, ejercicios de agilidad y cambios de dirección, hasta que el deportista vuelva a su deporte, previniendo las recaídas y que este se sienta totalmente seguro sobre su rodilla.
Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)
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