El dolor musculoesquelético es una de las consultas más comunes en fisioterapia. Este tipo de dolor puede originarse en diversas estructuras del sistema musculoesquelético, como músculos, huesos, articulaciones, tendones o nervios, entre otras. En este artículo, exploraremos cómo identificar la fuente de un dolor musculoesquelético basándonos en sus características, duración y síntomas específicos para que cuando sufras de algún dolor entiendas de donde podría provenir.
¿Qué es el dolor musculoesquelético?
El dolor musculoesquelético es aquel que cuya fuente de los síntomas es el hueso, tendón, articulación, músculo, ligamento o nervio, principalmente.
El dolor musculoesquelético puede ser agudo o crónico, y afecta a personas de todas las edades. Este dolor puede ser resultado de una lesión aguda o un trauma o bien de un conjunto de factores como pueden ser el sobreuso, las posturas mantenidas, malos hábitos, condiciones degenerativas o inflamatorias, etc. Se trata de una de las causas principales de dolor crónico no oncológico, provoca discapacidad laboral, tiene una gran prevalencia y muchas veces es subdiagnosticado.
Identificar correctamente la estructura que puede estar causando el dolor no solo facilita un tratamiento más eficiente, sino que también previene futuras complicaciones.

Aunque puede ser difícil diferenciar entre las estructuras afectadas sin una evaluación profesional, donde además se realicen distintos tests físicos, existen ciertos patrones y características que nos pueden dar pistas sobre el origen del problema.
A continuación, vamos a analizar las principales estructuras musculoesqueléticas que pueden estar provocando dolor y cómo distinguirlas:
1. Dolor de origen muscular
El dolor muscular generalmente se presenta como un dolor difuso y profundo, que puede intensificarse con el movimiento o la contracción muscular. Las causas más comunes incluyen:
- Distensiones musculares: Resultan de un estiramiento excesivo o u sobreuso del músculo, generalmente en un corto periodo de tiempo.
- Roturas de fibras: Pueden ser parciales o totales, causando un dolor agudo y localizado. Suelen venir por un traumatismo agudo.
Cómo identificarlo
- Dolor agudo al movimiento o contracción: El dolor empeora cuando intentas activar el músculo afectado, ya sea en contracción o en estiramiento.
- Hinchazón o hematomas: Son frecuentes en roturas de fibras musculares.
- Sensación de debilidad: Puede ser difícil realizar movimientos contra resistencia.
- Duración: Las lesiones musculares leves suelen mejorar en una o dos semanas, mientras que una rotura completa requiere meses para su recuperación.
Ejemplo práctico
Un tirón en los isquiotibiales después de correr puede indicar una distensión muscular, caracterizada por dolor punzante al intentar flexionar la rodilla contra resistencia.

2. Dolor de origen óseo
El dolor óseo es más sordo, intenso y profundo en comparación con el dolor muscular. Las lesiones más comunes incluyen:
- Fracturas: Pueden ser completas o incompletas, y causan un dolor incapacitante que impide mover completamente la zona afectada, incluso de forma pasiva.
- Fisuras: Generan un dolor localizado, que empeora con la carga o el impacto pero que sí que permiten mover de forma pasiva.
- Contusiones óseas: Producen un dolor agudo después de un traumatismo que permite movilizar la zona afectada.
Cómo identificarlo
- Dolor profundo y constante: A menudo no se alivia con el reposo.
- Sensibilidad localizada: El dolor se puede reproducir al presionar el hueso afectado.
- Inflamación: Puede haber hinchazón alrededor del área, con hematoma o no.
- Duración: Las fracturas tardan de 6 a 8 semanas en cicatrizar, mientras que las contusiones óseas pueden resolverse en pocas semanas.
Ejemplo práctico
Una caída o golpe que produce dolor severo y persistente en el antebrazo podría ser indicativa de una fractura, especialmente si hay dificultad para mover la extremidad y si hay inflamación visible.

3. Dolor de origen articular
El dolor articular suele dar un dolor localizado en la articulación afectada y puede provenir de distintas estructuras. Cada una dará un dolor diferente, pero suelen tener en común los movimientos restringidos o dolorosos de la articulación afectada, junto con chasquidos y/o bloqueos articulares y, en ocasiones, inflamación o rigidez matutina. Las principales estructuras articulares que pueden dar dolor son:
- Cápsula articular
Dolor profundo y restrictivo que limita de manera importante el rango de movimiento de la articulación. Ejemplo: Capsulitis adhesiva (hombro congelado).
- Bursa
Dolor superficial e inflamatorio, con sensibilidad localizada y aumento de volumen. Ejemplo: Bursitis trocantérea (cadera).
- Cartílago articular
Dolor mal localizado, generalmente mecánico, que se presenta con la carga o movimiento y mejora en reposo. Ejemplos: Artrosis y condropatía rotuliana
- Ligamento
Dolor agudo y localizado tras un movimiento forzado. Puede ir acompañado de inestabilidad articular y puede doler a la contracción sin movimiento. Ejemplo: Esguince de tobillo.
- Menisco
Dolor mecánico e interno en la articulación de la rodilla (aunque hay otras que también tienen menisco, como la de la ATM o la acromioclavicular), acompañado de bloqueo articular o chasquidos durante el movimiento. Ejemplo: Lesión meniscal por torsión de la rodilla.
- Membrana sinovial
Dolor inflamatorio, más intenso en reposo o al despertar, acompañado de rigidez matutina. Ejemplo: Artritis reumatoide.
- Hueso subcondral
Dolor profundo y persistente, frecuentemente relacionado con cargas y empeoramiento progresivo. Ejemplo: Necrosis avascular (cadera).
- Facetas articulares
Dolor localizado en la espalda, a los laterales de la columna y que suele extenderse hacia un lado, que aumenta con la extensión con rotación de la espalda. Ejemplo: Síndrome facetario en la columna lumbar.

4. Dolor discogénico
Dolor procedente del disco intervertebral (columna) por afectación del anillo fibroso y/o el núcleo pulposo del mismo. Las causas más comunes incluyen:
- Degeneración discal
- Hernia discal sin y con afectación nerviosa (ese dolor sería de tipo neuropático, a parte del dolor del propio disco)
- Sobrecarga mecánica del disco
- Fisura del anillo fibroso
Cómo identificarlo:
- Dolor mecánico y centralizado en la columna y/o glúteo que puede bajar hasta la rodilla.
- Dolor en posturas mantenidas (sentado, de pie…)
- Rigidez matutina que mejora al empezar a moverse
- Dolor al agacharse y en ciertos movimientos

5. Dolor de origen tendinoso
Los tendones son estructuras que conectan los músculos a los huesos, y el dolor en estos se asocia comúnmente con sobrecargas o lesiones específicas. Existen diferentes tipos de disfunciones en el tendón:
- Tendinopatía reactiva: cuando se somete al tendón a una carga aguda repentina con falta de adaptación, por ejemplo, en una competición o al realizar un sobreentrenamiento.
- Tendinopatía degenerativa: se dan cambios en parte de la estructura del tendón, y puede venir de una tendinopatía reactiva donde no se modifican las cargas y se da una sobrecarga repetida en el tiempo.
- Rotura tendinosa: Lesión parcial o total del tendón.
Cómo identificarlo
- Dolor localizado: Especialmente en la unión músculo-tendinosa o en su inserción ósea. Puede aumentar al palpar directamente el tendón (dolor a la palpación).
- Dolor agudo relacionado con la carga: suele haber dolor al inicio del movimientoo la actividad física que mejora con el calentamiento, pero empeora después de la actividad o al día siguiente. No suele haber dolor en reposo.
- Posible sensación de “pinchazo” durante ciertos movimientos o cuando se supera el límite de carga tolerable.
- Rigidez matutina: es común sentir rigidez y dolor al levantarse por la mañana, especialmente después de un período prolongado de inactividad.
- Dolor al estiramiento del tendón afectado y, aún más, si se da una contracción con estiramiento a la vez que sólo el estiramiento o la contracción.
- Duración: Las tendinopatías son generalmente de larga duración, de entre 3 y 9 meses de media.
Ejemplo práctico
El dolor en la cara anterior del hombro durante movimientos por encima de la cabeza o al elevar el brazo lateralmente podría indicar tendinopatía del supraespinoso.

6. Dolor de origen nervioso
El dolor nervioso suele ser diferente a los anteriores, ya que se presenta como un dolor quemante, eléctrico o punzante que suele irradiarse o extenderse a lo largo del recorrido del nervio. Existen distintos orígenes del dolor de tipo nervioso o dolor neuropático:
- Neuropatía periférica
Posibles hormigueos, entumecimiento, quemazón, calambres y debilidad en el área afectada. Los síntomas aumentan al estirar o contraer el nervio afectado. Ejemplo: Síndrome del túnel carpiano en la muñeca.
- Dolor radicular
Dolor agudo con sensación de descarga eléctrica procedente de la raíz nerviosa de un nervio a su salida por la médula espinal (a nivel de la columna) que se agrava con ciertos movimientos o posturas y que suele dar hormigueo o entumecimiento al final del nervio (en la mano o pie), además de calambres y quemazón. Ejemplo: Hernia discal que irrita la raíz nerviosa lumbar y da dolor de tipo ciática.
- Radiculopatía
Es muy similar al dolor radicular, ya que el problema también está en la raíz del nervio, pero no tiene por qué ir acompañado de dolor, pero sí de pérdida de la función del nervio, con disminución de la fuerza, sensibilidad y/o reflejos de los músculos inervados por ese nervio afectado. Ejemplo: Hernia discal que comprime y lesiona una raíz nerviosa de la columna.

Diferenciar de qué estructura viene el dolor es esencial para iniciar un tratamiento adecuado y acelerar la recuperación. Aunque cada tipo de dolor tiene características únicas, muchas veces pueden solaparse, haciendo necesaria una evaluación profesional por parte de un fisioterapeuta o un médico. Si experimentas dolor, no dudes en buscar atención especializada para determinar la causa y recibir el tratamiento más adecuado.
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Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)