Fibromialgia

 

 

 
Según el estudio de la Sociedad Española de Reumatología, la fibromialgia afecta a entre el 2% y el 4% de la población española; siendo el 90% de los afectados, mujeres.

El síndrome de fatiga crónica es un trastorno definido como “crónico” que provoca fatiga extrema que empeora con la actividad física o mental. Los síntomas descritos más frecuentemente son: debilidad, dolores musculares, dolor en las articulaciones, mareos, náuseas, así como síntomas cognitivos como olvidos, problemas de concentración, y síntomas emocionales como cambios en el estado de ánimo o irritabilidad.

La fibromialgia también está clasificada como un trastorno crónico y su síntoma más destacado es el dolor generalizado y la sensación de rigidez en músculos, tendones y ligamentos. Este dolor suele describirse como un dolor constante que “viene y va” de unas partes del cuerpo a otras. Los puntos o áreas sensibles asociados a la fibromialgia suelen ser: cuello, hombros, espalda, caderas, codos, muslos.

A día de hoy continúa existiendo un gran desconocimiento por parte de la sociedad, por lo que resulta necesario la difusión por parte de los profesionales médicos de las pautas y herramientas que, se saben, ayudan a afrontar estas enfermedades. En primer lugar, el profesional debe realizar un buen diagnóstico, pues los dolores difusos que presentan estos pacientes pueden confundirse con muchos otros síndromes; y debe ayudar al paciente en el proceso de aceptación de la enfermedad y darle las herramientas para que éste sea capaz de manejar su enfermedad sin pensamientos negativos o derrotistas. Resulta tan importante conocer qué situaciones empeoran los síntomas (estrés, fatiga, falta de sueño) como qué actividades los mejoran (reirse, entorno agradable, sueño reparador, ejercicio sin impacto).

Fisioterapia y fibromialgia

Los estudios muestran que ciertos programas de ejercicios ayudan a las personas con fibromialgia a conseguir una sensación de bienestar. La terapia física (suaves movilizaciones, drenajes articulares, ejercicios de potenciación) actúan como un fármaco, pues eliminan sustancias inflamatorias y elevan las sustancias químicas del organismos capaces de reducir el dolor y la fatiga.

El fisioterapeuta, junto con el paciente, puede diseñar un programa de tratamiento y ejercicios en el que el paciente se sienta “cómodo” y no le desencadene más fatiga. Ambos deben encontrar el programa que mejor siente al paciente (número de repeticiones, número de veces a la semana). Pasada esa primera etapa, las movilizaciones articulares, los drenajes y los ejercicios de resistencia, darán sus frutos y el paciente notará un mayor control sobre la enfermedad.