¿Alguna vez has sentido un dolor sordo y persistente en algún hueso que no termina de irse, acompañado de rigidez e hinchazón? Puede que la causa fuera un edema óseo, una condición relativamente desconocida, pero que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de las personas que lo padecen. En este artículo hablaremos sobre qué es un edema óseo, sus causas más frecuentes, su diagnóstico, pronóstico, tratamiento y su prevención.
¿Qué es un edema óseo?
El edema óseo se refiere a la acumulación de líquido en el interior del hueso, específicamente en la médula ósea, que es la parte más interna del hueso. Esta acumulación de líquido se da de forma bastante habitual en personas que han sufrido una lesión de algún hueso, y viene generalmente como resultado de la inflamación que se produce a raíz de la lesión. Es por ello que el edema óseo suele producirse por una acumulación excesiva de líquido inflamatorio en el interior del hueso.
El hueso está compuesto por una matriz rígida que, al verse afectada por un edema, puede sufrir un aumento de presión interna. Esto suele ocurrir por una sobrecarga repetida que excede lo que el hueso puede tolerar o bien debido a traumatismos o fracturas.
El edema óseo puede causar dolor y limitar el movimiento del hueso y la articulación más próxima y, a diferencia de un hematoma en la piel tras un golpe, el edema no es visible, ya que, como se ha mencionado antes, se produce en la zona más profunda del hueso.
¿Cuáles son las causas del edema óseo?
El edema óseo puede tener múltiples causas, siendo las más comunes:
- Traumatismos: Los golpes, caídas o cualquier tipo de trauma directo sobre una articulación o hueso pueden causar un edema óseo. Los deportes de contacto y las actividades físicas intensas aumentan el riesgo de sufrir este tipo de lesiones.
- Sobrecarga y sobreesfuerzo del hueso: La práctica de actividades repetitivas que implican un estrés continuo sobre una articulación o hueso también puede llevar al desarrollo de un edema óseo. Este sobreesfuerzo del hueso puede producir pequeñas lesiones, donde el cuerpo reacciona con células sanguíneas que buscan su regeneración, pero el exceso de este líquido acaba por crear el edema. Esto es común en atletas (debido a lesiones por sobreuso) y personas con trabajos físicamente exigentes, donde el hueso está sometido a cargas superiores a su tolerancia.
También existen otras causas menos comunes que las dos anteriores, entre las que se incluyen:
- Enfermedades inflamatorias: Condiciones como la artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes pueden causar inflamación en las articulaciones, lo que a su vez puede provocar edema óseo.
- Cirugías ortopédicas: Los procedimientos quirúrgicos en los huesos o articulaciones pueden causar edema óseo como una respuesta natural del cuerpo al trauma de la cirugía.
- Osteonecrosis: La muerte del tejido óseo debido a una falta de suministro de sangre puede resultar en edema óseo.
- Otras condiciones médicas: Enfermedades como la osteoporosis o infecciones óseas también pueden ser factores contribuyentes.
¿Cuáles son los síntomas del edema óseo?
Los síntomas del edema óseo pueden variar dependiendo de la causa subyacente y la ubicación del edema. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
- Dolor: Este es el síntoma más prevalente. El dolor suele ser muy localizado en la zona del edema, aunque también puede haber dolor generalizado alrededor de la zona afectada. Este suele empeorar con la actividad física y con determinados movimientos o también al aplicar presión sobre la zona, y se reduce con el reposo.
- Hinchazón: Aunque el edema está dentro del hueso, puede causar hinchazón visible en la superficie de la piel sobre la articulación o el hueso afectado.
- Rigidez: La inflamación puede limitar el rango de movimiento de la articulación afectada y generar una percepción de rigidez.
- Sensibilidad al tacto: La zona puede estar sensible al palparla.
- Debilidad: La articulación o el hueso afectado puede sentirse débil, dificultando la realización de actividades cotidianas.
¿Cómo se diagnostica un edema óseo?
Cuando se realiza la valoración clínica, el profesional puede sospechar de la existencia de un edema óseo, aunque para confirmarlo es necesario realizar una prueba de imagen, puesto que los síntomas pueden ser similares a los de otras condiciones musculoesqueléticas.
Por su naturaleza, esta lesión no se puede apreciar en una radiografía ni en una ecografía. Por lo tanto, la prueba de elección debido a su fiabilidad y sensibilidad es una resonancia magnética. Esta es la herramienta más eficaz para detectar edema óseo, ya que puede mostrar claramente la acumulación de líquido y cualquier daño en la estructura ósea. Con ella, el profesional puede identificar de manera precisa y exacta la localización de la lesión, su tamaño y extensión. Asimismo, le permite realizar un control de la evolución del edema y comprobar si se ha reabsorbido o no.
El médico también realizará un examen físico completo y revisará el historial médico del paciente para identificar posibles causas subyacentes del edema.
¿Se reabsorbe sólo? ¿Cuánto tarda?
El pronóstico del edema óseo depende de la causa y la gravedad del mismo. En la mayoría de casos se acaba reabsorbiendo por sí solo con el paso del tiempo, aunque el período de recuperación puede variar. El origen del edema, su localización y su tamaño son los factores que determinarán su duración.
En casos leves, puede tardar de semanas a unos pocos meses en reabsorberse completamente. Sin embargo, en casos más severos, especialmente aquellos relacionados con condiciones crónicas o traumatismos graves, la recuperación puede tardar varios meses o incluso más de un año.
El tratamiento adecuado y la intervención temprana son cruciales para mejorar el pronóstico y acelerar la recuperación. Además, el manejo adecuado del dolor y la inflamación puede ayudar a los pacientes a mantener su calidad de vida durante el proceso de recuperación.
¿Cuál es el tratamiento médico y de fisioterapia para un edema óseo?
El tratamiento de un edema óseo es tanto médico como fisioterápico. Este se centrará en tratar de evitar el sobreesfuerzo del hueso, por lo que será fundamental la reducción de la carga.
Parte de la recuperación suele incluir tratamiento farmacológico con analgésicos y antiinflamatorios, para así ayudar a reducir la inflamación y el dolor. Además, la ingesta de suplementos de calcio y vitamina D se suele recomendar en algunos casos para fortalecer el hueso y mejorar la salud ósea general.
Como parte de la rehabilitación de fisioterapia, será fundamental realizar una modificación de actividades según te recomiende tu fisio, donde habrá que evitar o limitar ciertas actividades que puedan estar exacerbando el dolor y manteniendo la inflamación debido a la sobrecarga sobre el hueso.
Será necesario realizar un programa de ejercicio terapéutico individualizado y guiado por tu fisio para fortalecer todos los músculos de la zona afectada y estimular la recuperación del hueso pero sin causar más daño. Se incluirán sobre todo ejercicios de bajo impacto, tanto de fortalecimiento como aeróbicos como la natación o el ciclismo, que permiten mantener la movilidad y estimular el hueso, pero sin ejercer demasiada presión sobre el hueso afectado.
Desde la fisioterapia, algunas técnicas como las terapias de movilización articular para mantener o mejorar el rango de movimiento, la terapia manual o la electroterapia para reducir el dolor y la inflamación, pueden ser muy útiles en un edema óseo. Este último punto, la magnetoterapia para el tratamiento del edema óseo, es muy eficaz. Con ella, se puede acelerar la regeneración del tejido óseo y reducir el tiempo de recuperación de esta lesión.
Por último, en casos severos, las inyecciones de corticoesteroides pueden ser útiles para reducir la inflamación y el dolor a corto-medio plazo.
¿Cómo se puede prevenir un edema óseo?
La prevención del edema óseo se centra en reducir el riesgo de lesiones y mantener una buena salud ósea, por lo que algunas recomendaciones generales para ello son:
En primer lugar, recuerda que los deportes en los que se sufren impactos repetitivos son un mayor riesgo para padecer este tipo de lesión. Es el caso del running, el atletismo o deportes donde hay involucrados saltos como el parkour. Si los practicas, debes extremar la precaución, controlando los siguientes factores:
- Utilizar un buen calzado, adecuado para el ejercicio, y un buen equipo de protección, especialmente en deportes de contacto o actividades que implican un riesgo de caída.
- Mantener un peso corporal óptimo.
- Tener una buena técnica de ejecución deportiva.
- Evitar el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, ya que estos hábitos pueden afectar negativamente la salud ósea.
- Nutrición adecuada.
- Conocer la superficie en la que vas a practicar la actividad.
- Asumir una carga o una intensidad adecuadas para tus características.
En resumen, el edema óseo es una condición tratable con el enfoque correcto. La combinación de tratamientos médicos y de fisioterapia, junto con estrategias de prevención adecuadas, puede ayudar a los pacientes a recuperarse y prevenir futuras ocurrencias. La intervención temprana y el manejo integral son clave para lograr los mejores resultados posibles.
Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)
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